bases RADICALES: espacio político dentro de la estructura de la Unión Cívica Radical de la Ciudad de Campana

jueves, 3 de julio de 2008

EL 3 DE JULIO DE 1933 MURIÓ HIPÓLITO YRIGOYEN


Setenta y cinco años nos separan del día de la muerte de uno de los ejemplos mas permanentes de la historia grande de la Argentina: Hipólito Yrigoyen, cofundador de la Unión Cívica Radical, hacedor con su lucha de mas de un cuarto de siglo, de la democracia argentina, que "reventó" su fortuna al servicio de la Causa y terminó, ya anciano, derrocado por los intereses poderosos que empezaron a rifar a nuestra tierra tras la infame actividad criminal encabezada por el sujeto José Uriburu y sus sicarios de la vieja oligarquía.
Entre los presos de esa dictadura estaba, honrosamente. el General, con mayúsculas, e ingeniero civil Don Enrique Mosconi.
Algunos personajes ilustres, que saludaron la caída del sistema republicano, a pocas semanas no sabían donde meterse de la vergüenza.
Leamos estas líneas publicadas en la "Historia del Radicalismo", que dirigió Mario Monteverde:
"Tal como monseñor De Andrea, que después de saludar a los golpistas setembrinos, se rectificó y acompañó a Yrigoyen en sus últimos momentos, el Alfredo Palacios también formó parte de la legión de los arrepentidos. En el 30 se movió contra Yrigoyen, pero a las pocas horas de la usurpación del poder se pronunció en contra del intento antidemocrático. A la muerte de don Hipólito Yrigoyen, el legislador socialista, de larga trayectoria, formuló numerosas declaraciones en las que destacó elogiosamente distintos aspectos de la personalidad del ex presidente."
De una de las expresiones periodísticas de la época -diario 'Crítica' , edición del 4 de julio de 1933, se transcribe esta declaración de Palacios:"
"He recibido la noticia de la muerte del señor Hipólito Yrigoyen con la más profunda emoción. Como argentino, no puedo menos que inclinarme respetuoso ante el cadáver de un hombre que tan hondamente se adentró en el corazón de gran parte del pueblo, logrando así confundir su vida en la historia argentina de los últimos cincuenta años."
"No seré yo, por cierto, el que en este instante trate de juzgar los actos del desaparecido, ya sea como hombre público o como gobernante."
"La historia, cuando se serenen los ánimos y se aquieten las pasiones, será la que se encargue de confrontar la actuación con los grandes intereses nacionales de esa época determinada. Para mí el señor Yrigoyen fue un colaborador decisivo en la promulgación de la Ley Sáenz Peña, que dio a nuestro pueblo la efectividad del sufragio y a la Nación su definitivo encauzamiento por la vía de la democracia hacia la realización de su destino americano."
"Yo nunca vi al señor Yrigoyen, pero un imperioso deber de ciudadano me obliga a que me incline ante sus despojos mortales, porque fueron los de un gran ciudadano argentino cuya honradez y austeridad pueden constituir un ejemplo."
Hasta aquí la cita. Han pasado mucho años más de los planteados por el dirigente socialista y vemos, con emoción, que Yrigoyen sigue vivo y sus detractores están exactamente donde deben estar: en el basurero de los desperdicios de la Historia.
Allí figuran como golpistas, entreguistas, estafadores de la voluntad ciudadana, y unos cuantos como vulgares coimeros y ladrones.
Yrigoyen es ya del pueblo todo, pero con cierto sano egoísmo y legítimo orgullo, tenemos la obligación de recordar y recordarnos que fue un eminente militante de nuestra Unión Cívica Radical.


Fuente: UCR - Comité Nacional